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@Mangoz53

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Manuel Gómez Naranjo. Con tecnología de Blogger.
lunes, 30 de enero de 2017

Ella tiene la obsesión de florecer
cada junio como una cayena roja y polvorienta
tiene la calma ausente
y la dulzura le discurre desde los pies a los pezones,
ella se entretiene debajo de su pelo
juntando amaneceres y horizontes
y luego llueve y se extiende fragante sobre el mundo.

Ella tiene la obsesión de florecer
cada junio como una lisonja para la gente triste
tiene los ojos limpios
y la vida le estalla en sus gestos amables,
ella se ocupa de inventar liturgias
de dioses olvidados y remotos
que sueñan con aldeas llenas de sol
y de alegrías.

Ella tiene la obsesión de florecer
cada junio como un optimismo reluciente
tiene manos gentiles
y el silencio le duele entre los labios,
ella es en sí misma una posibilidad y un invento
es un perfume que nace cada junio
es un espíritu de luz
que vive entre nosotros como
un augurio feliz.

Manuel
Junio/26/2001


viernes, 27 de enero de 2017


                                                  Gracias Cortazar...

Había –y si no fue así, debió existir- una Glúcida
que transitaba meandros cavernosos, debió ser además roja
con pretensiones de naturaleza y de sol.

La Glúcida, enemiga absoluta y gratuita de lo humano,
se entretenía en afanes porosos con su lanza de hidrógeno
que alguna vez será explosión y sangre
y luz azul y transparencias.

Esta Glúcida tenía también una historia tenebrosa
y oscura, en la que ella había cedido a ciertas humedades
y a ciertas exigencias de un Lípido elegante y volátil.
Se habló por ese entonces de redondeces y de llantos
infantiles, y luego de susurros y silencios; alguno propuso
hogueras y nuevas inquisiciones, en fin....

La Glúcida viste de negro se la asocia al Caronte
de Miguel Angel
en su bogar diabólico hacia el fuego eterno. Se decía que
cuando cierta mujer abría los ojos y soñaba (los ojos de la
mujer eran la luna de la Glúcida) se oían en aquel pequeño mundo
aullidos feroces y gritos helados.
Alguien dijo haber visto unos senos peludos, pero erectos
y vibrátiles, que se escurrían bajo una alfombra de pelo luminoso.

La Glúcida era prólogo de llantos, taumaturga de penumbras,
alquimista de infelicidades; todo esto dicho, desde luego, por
los oficiadores eternos de la palabra. 




Manuel Gómez Naranjo
Caracas, 12 de enero/87.


miércoles, 25 de enero de 2017
 En las paredes imposibles de un Tepuy del Amazonas había una hendidura irrelevante que guardaba secretos de voces antiguas. Tales secretos estaban registrados en arcilla con el código maravilloso de los ideogramas. En su discurso predominaban los pájaros y las serpientes.

Cuenta esa cosmogonía que existió una Diosa alada que tenía los ojos claros y una boca carnosa; cuando se la miraba de perfil prefiguraba los rostros estupendos de los griegos sorprendentes que llegaron a construir el Partenón y contaron historias de hombres que dialogaban mansamente con sus dioses.

La Diosa se hacía llamar Mauruy fonema emparentado con el quechua que literalmente significa “mujer aérea”, y es que, Mauruy utilizaba el vuelo como argumento de creación y belleza. De tal forma que cuando los bosques se incendiaban y el espanto amenazaba a los habitantes de la selva, ella volaba suavemente sobre las nubes y hacia llover sobre los campos inventando la calma y la certidumbre de los seres.

Mauruy guardaba sus palabras para la liturgia y de ordinario solo reía. Cuentan los ideogramas que volaba y reía, por ejemplo, en abril y las flores estallaban en colores magníficos. Volaba sobre los ríos tumultuosos y estos se llenaban de promesas de peces e inundaban la piel cuarteada de las sabanas sedientas. Y mientras tanto ella callaba, se sabía una divinidad falible que demasiadas veces claudicaba de emoción ante la fragilidad humana.

Cuenta la historia que en la “creación alrededor de la piedra” o liturgia, Mauruy hacía derramar todas las cascadas de la tierra sobre una enorme roca para emerger entre una llovizna de arco iris plena de desnudes y de pureza. Ella flotaba sobre el mundo y luego reposaba extendida sobre la roca; lloraba la Diosa, gemía en el enorme silencio de la selva, su olor de miel y flanboyan poblaba los sentidos de sus criaturas y una humedad maravillosa los preparaba para el amor. La selva se llenaba de silencio hasta que ella decía desde su sueño de divinidad: “Yo soy el cielo y la tierra, en mi luz habita la salvación y la eternidad. Yo soy el cuenco sagrado del que tomarán las almas la sabiduría de los Dioses”. Y la selva en silencio iniciaba una fiesta de polen y de semen que alcazaba el eterno futuro de renovar el mundo desde la plenitud del placer.

Y luego Mauruy dormía extenuada. Los pájaros retomaron el canto hasta el anochecer haciendo coro a la risa nocturna de la Diosa quien estaba florecida de felicidad.

Los exegetas refieren, que de no ser apócrifa esta historia sagrada, resultaría extremadamente importante ejercitarse en la templanza y la sobriedad, porque estaría demostrado que la coexistencia del silencio y la risa son una anunciación del espíritu alado de Mauruy, con lo que resultaría muy inapropiada una humedad incontinente en medio de las urbes pobladas de seres que han olvidado los gestos de la caricia y el beso apasionado. Ello demostraría también que la ciudad es menos apropiada para la cópula que los espacios abiertos y que el smog espanta el espíritu alado y selvático de Mauruy.

Otros sabios afirman que a pesar del paisaje geográfico trastrocado por el cemento, la Diosa del Tepuy nos espía desde las hojas lánguidas de los helechos, desde el ladrido educado de los perros domésticos, y pervive en el color de las Orquídeas que se asoman a la orilla de los caminos.  “El espíritu de Mauruy –dicen- es el absoluto, nos trasciende desde su eterna divinidad; así que hay que mirar muy bien donde suele la gente guardar la felicidad en este tiempo”.

En el mundo sencillo de los mortales, un hombre devoto de Mauruy mira una serpiente -por decir un absurdo- y tiene reminiscencias de la liturgia de la roca, se estremece sin saber por qué y siente una mágica alegría, se podría decir que lo invade una certidumbre de que en cualquier momento sentirá el abrazo de salvación y eternidad de la Diosa Mauruy.



Manuel.

28/05/01
martes, 24 de enero de 2017

Tendrás un día que salir
desnudo
saber de tus humores clandestinos
volver –quiero decir pertenecerte-
a los rituales zoomórficos.

Tendrás que reconocer al mono
en la caricia de tu hembra ¿que te cuesta?
En el miedo subrepticio a la noche ¿qué te cuesta?
En los antojos pedagógicos
de plátano y cambur ¿qué te cuesta?

Tendrás un día que desahogarte el cuello
¡estás sudando!
que ponerle un gran pájaro
a tu ceño
y otro ceño a tu luna
y a tu sombra
y otra luna a tu párpado anteojado.

Tendrás un día que deshacer los gestos
alfombrados
bruñir a cada rato la sonrisa
gruñir satisfacciones educadas
saltar como un conejo –si hay motivo-
y creer aún en Darwin
y en Santo Tomás.




Manuel Gómez Naranjo

Acarigua, 06 de abril/88.   
viernes, 20 de enero de 2017


Mujeres luminosas, mujeres que se proponen a la vida desde la convicción de que son el principio y el fin
mujeres esplendidas como la luna llena y El Ávila, como el Salto Ángel y el relámpago de El Catatumbo
nadas de racionalidad y de pasión; mujeres de azahar y de amaranto que flotan en las atmósferas y en las ensoñaciones de este mundo desarticulado y confuso. Mujeres que construyen desde los jirones vegetaciones húmedas que vibran como volcanes a punto de eructar; mujeres que son selvas de ternura y desiertos ominosos, luz y sombra, palabra y silencio. Mujeres que flotan en el reflujo de las olas del mar más antiguo como plumas livianas de aquellos pájaros que no han renunciado a la libertad.mujeres luchadoras impregnadas de racionalidad y de pasión
mujeres de azahar y de amaranto que flotan en las atmósferas y en las ensoñaciones de este mundo desarticulado y confuso.
Mujeres que construyen, desde los jirones, vegetaciones húmedas que vibran como volcanes a punto de eructar
mujeres que son selvas de ternura y desiertos ominosos, luz y sombra, palabra y silencio.
Mujeres que flotan en el reflujo de las olas del mar más antiguo, como plumas livianas, de aquellos pájaros que no han renunciado a la libertad.


Manuel Gómez






Declaro solemnemente que amo a esta mujer de sonrisa franca, que la extraño con urgencia bajo los aguaceros y sin el amparo de las estrellas; dejo constancia que ninguna de estas emociones me ha sido impuesta, ni conminado, ni han sido declaradas bajo coacción, sino que han sido manifestadas voluntariamente después de constatar que estoy rendido ante su fragancia de rosas, que esas emociones corresponden a mi extravío en los recovecos de su cocina y que he cometido el pecado de beber la poción sagrada que habita entre sus piernas; en función de lo cual propongo que se me declare sujeto a observación para determinar si mi estado de felicidad es genuino o es un producto de origen dudoso Made In Taiwán, con apariencia sólida cuando en realidad se extingue a los ocho meses. 
Pido que se incluya esta declaración en acta y que quede constancia para la causa, de tal manera que yo como procesado, como extraviado, como lujurioso, como forastero, como esclavo de memorias atávicas, como reflejo límbico y como pecador empecinado; tenga las garantías suficientes de que seré compensado con la mirada dispuesta y amorosa de la mujer que cada vez que mi alma transmigra ha sido la causa de mi perdición.


Manuel Gómez
miércoles, 18 de enero de 2017

No puedo escapar del sofá en el que habitamos hace siglos; te miro a los ojos con tanta ternura que “… temo que te me rompas al más leve tropiezo”, te beso las manos para que salgan a volar como palomas blancas en procura de encontrarme al borde de mis labios; te rozo los pezones con una sed que viene del desierto para sentir los estremecimientos de mínimos volcanes que se desperezan vibrátiles y erectos.
Tu respiración es una historia que yo me sé de memoria, y que sin embargo, tú me cuentas con matices de azafrán, con tacto de maná, con abluciones en los lavatorios de las mezquitas, con cantos de muecines que recorren los techos de una ciudad olvidada y gris. Tu respiración me pide que cabalgue tus humedales mientras mis manos descorren las cortinas verdes de los tersos follajes de un amazonas recóndito, tu respiración corre entre los árboles como una fiera herida, se agazapa entre los matorrales, salta entre los charcos que no saben de luz, se sumerge en un río lleno de peces palpitantes y estalla hacia las sabanas abiertas cuando, agobiado, bebo de tus pozos lujuriosos la esencia de la vida.
Mi silencio te cuenta que no he vivido ni viviré sin ti; te buscaré en los libros que proponen “... El amor apasionado, aunque tenga por objeto a la propia mujer, es también adulterio” o te buscaré entre las calles sucias de la ciudad como también sugiere LD “… Una ciudad es un mundo cuando amamos a uno de sus habitantes”.

 Manuel Gómez 


Te quisiera contar
quiero decirte historias fabulosas
en las que yo trepaba volcanes tembloroso
en las que tu surgías de las entrañas del desierto
en las que yo blandía la espada luminosa,
historias de nenúfares flotantes
y de gnomos cabalgantes de caballos de mar.

Te quisiera contar
que no hay olor de primaveras sin Marías
que se han muerto los gestos
de estar arrebujado entre tus senos
que se apagó hasta el fondo la ternura,
ya no hay más risa fresca
ni “hijo de mi alma”.

Te quisiera contar
que me mirabas temblorosa a toda hora
que echaste a un precipicio mi malicia
que el beso que faltó fue el de tu ida
que espero en el silencio por el beso
que nunca hablo de ti. Sobran excusas.

Te quisiera contar
que a la feria del mundo me apresuro
que en urbano antropoide me trastrueco
que ando tras el reflejo de tu huella
que busco tu promesa subterránea:
“el sábado en el pueblo cielo mío”
tengo urgencia rural y de tu abrazo.

Te quisiera contar
que tengo amigos que ríen dulcemente
que nadie como tú para la risa
que me sobran los griegos con su Olimpo
todos bajan los ojos apenados
tu nombre es oración entre sus labios
todos llenan un cuenco de memorias
con el pasto de amor que nos dejaste.

Te quisiera contar
que andabas reducida con tu oficio
 que atabas con un hilo de ternura
la vida de los sabios y los simples
que el florido fustán que te cubría
alumbraba tu paso poderoso
o lo alumbrabas tú que te obstinabas
en nacer cada día mariposa.

Te quisiera contar
que trabajo ardoroso con el tiempo
que pintamos los días de mañanas
que ya no hay calendarios con octubres
puedes volver tranquila cuando quieras
por el hueco de abril todos se asoman
cosmogónica diosa de “La Ceiba”.

Te quisiera contar
Pero dejé la fábula en tus manos.



Manuel Gómez Naranjo

Coro, 25 de Junio/86.


No me extrañes
porque soy el trasunto de tu calma
existo cuando me piensas convertido en futuro.
No me extrañes
te atisbo desde los hilos tenues de las telarañas
transito tus segundos con la fruición de un hedonista irredento
y te miro salir desnuda del fondo de las sombras.
No me extrañes
te toco con usura la punta de los senos
y me muero a pedazos y en silencio
vuelvo cada mañana como un gesto
que se quedó olvidado en tu horizonte.
No me extrañes
hazme saber que estoy contigo
mírame en esa hormiga que sube por tu mano
y piénsame con ganas desde lejos.
No me extrañes
que ese derecho es mío
yo te extraño
metida entre la espuma hecha burbuja
metida entre mis piernas y besando
te extraño con nosotros por testigo
y extraño tus latidos y tus manos
y tu boca de níspero maduro
y tu olor que germina entre mis manos.
Yo te extraño
con un vacío sabroso
que sabe a zanahoria y a eucalipto.


Manuel Gómez    

     
martes, 17 de enero de 2017


Alma te supongo 
exhibiendo tristezas destruidas
Limpia te imagino
sobre una profecía de palomas
Palma te vislumbro
atareada de selvas rumorosas
Sombra te figuro
olorosa de calma y de silencio
florecida
y fugaz como el pecado.
Alma y limpia.

Tiemblas
Desde el influjo impune
de la bisutería
ceñuda
frente a las marmas ardientes
donde se cuece la espesura de los siglos
postrada
en el recuerdo de otros
en la adivinación de otros
en la sed y en el hambre
y la tos imprecisa sobre piedras sagradas
de otros.

Vienes como las albas
casi siempre en mañana
te aproximas chapoteando mis sueños
con las alas abiertas
casi
palma
toda
sombra.


Manuel Gómez Naranjo

Caracas, 5 de mayo/89

He buscado el otoño detrás de la ventana
hace frío en la calle
y un fantasma de brisa se entretiene
espantando los últimos verdes de los árboles.

Yo busco en la ventana
la ficción necesaria para inventar los niños
que se han huido de las calles
de Bruselas
veo los edificios tristes
y presumo una historia en las que dos amantes
pisaron una flor que se quedo olvidada
en el umbral
y se perdieron luego debajo de las sábanas.

Miro hacia fuera
busco en las obsesiones del silencio exterior
las palmas olvidadas en las playas
busco las alas de los pájaros
para disponer de un argumento parecido
a la libertad
busco en los espacios abiertos
y me voy a través del paisaje
hasta tus ojos
donde parecieran asomarse los primeros días
de primavera.

Manuel Gómez Naranjo

Bruselas, 17 de noviembre/95.

A cada cual sus alas
su impaciencia olorosa y derretida
su laringe gritona y dolorosa
su brusca somnolencia y sus demonios
su abdomen fermentado y flatulento
su optimismo opulento casi noble
su raquítico amor tornasolado
su cachete mestizo hacia estribor
y el párpado cerrado hacia babor
su índice jurídico y foliado
su corbata tartufa
sus abluciones genitales
sus palabras cosidas a los ruegos
su Ecce Homo suplicante
su Cristo Phoros y su Vespucio
su ronca demagogia estilizada
su mango mordisqueado
y su nariz
oliendo una esperanza.



Manuel Gómez Naranjo
Caracas, 4 de mayo/88




¿Cuántos en la vida han querido reír y no han tenido tiempo?. Han sido muchos los que persisten en la costumbre de estar tristes porque nacieron en un lugar equivocado, en un lugar del mundo que se ha empeñado en ser suburbio y olvido.
 El hombre y la mujer tienen el mandato divino de ser felices porque Dios les propuso el amor como argumento de vida; sin embargo, se extraviaron –hace siglos- camino al Paraíso y aún no se encuentran a sí mismos; andan buscándose frente al mar, en las palabras limpias, en los gestos eternos de estar en una cruz, en los autorretratos de Leonardo y Miguel Angel, en la costumbre de regalar una flor, en los silencios que anticipan una caricia; en fin, se afanan en inventarse de nuevo sin contradecir al Maestro que nos dejó dicho que había que amar al prójimo como a ti mismo, pero olvidó la formula expedita del autoamor.
Y los que acaban de nacer en medio del cemento: Pablo,  Rafael, Yuleisi (el nombre es una circunstancia, apenas), tienen alguna culpa de haber nacido pobres?. Ellos que heredaron el Paraíso Extraviado han querido reír y no han tenido tiempo, han querido reír y aprendieron a callar los sollozos, han querido reír pero una risa en plena lluvia y sin hogar es una extravagancia. 
Pero han pasado cosas en esta accidentada geografía de los humanos; han habido selvas que se han vuelto desiertos y desiertos que se han trasmutado en ciudades y ciudades que han sido sepultadas por la arena. Cuándo el filósofo árabe Averroes fatigaba las orillas del Guadalquivir en procura de una iluminación para traducir la Retórica de Aristóteles, empezó a tejerse la historia de los que decidieron salvarse a través de los gestos eternos de redención del prójimo.   
Ellos vienen de los marinos que se aventuraron al mar en busca de tesoros y se toparon con el trópico verde y azul que les quemó la piel y les dispuso para el amor y el invento. Cervantes fue el primer responsable de la existencia de estos seres por que se le ocurrió fabular que un viejo demente podía inventar el mundo a la medida de sus fantasías. Don Quijote ha peleado con molinos de viento, ha enderezado entuertos e inventó la belleza de la sin par Dulcinea del Toboso. Don Quijote no ha cejado en su afán de desfacer encantamentos  y se aparece en los sueños de estos seres con su lanza en ristre, desafiando al Caballero de la Blanca Luna que se ha empeñado siempre en derrotar los sueños de los que sueñan.

Estos seres vienen inventando la risa desde los tiempos en que los barcos se atestaban de aquellos negros que fueron arrancados de la vida para ser lanzados al pasto de la codicia; ellos vienen del Contrato Social que acunó Bolívar en su lecho de muerte; vienen del Siglo de las Luces cuando las mujeres y los hombres se comprometían con las ideas que decían defender, vienen de las palabras sagradas de El Mahatma Gandhi que abogó por la no violencia y la resistencia civil.
Estos seres fueron, en otro tiempo, los centauros que cruzaron ríos y llanuras creyendo que la  palabra Patria tenía el tamaño de un pedazo tierra; estuvieron atestando las cárceles con los ojos llenos de luz y libertad, fueron Reforma Agraria y Voto femenino, fueron tumulto y vocerío y palabra prohibida; estos seres han sido árbol para el que está cansado, voces para el que está en silencio, brazos para el que quiere amor y luz para el que está atrapado por la desesperanza.
Estas mujeres y estos hombres a los que entregamos esta noche la devoción de nuestro amor, han caminado las veredas humildes llenas de ojos tristes para espantar la soledad, han incendiado hogueras a plena luna llena para propiciar la plenitud de un beso, han multiplicado las palabras sabias para que entren en las rendijas más estrechas con una carga de optimismo. Ellos han encontrado el tiempo para los que quieren reír con una risa plena, aun, en medio de la lluvia, y tienen algo de fábula en los ojos y una cierta lanza en ristre y un rocín un poco flaco para andar los lugares de cuyo nombre guardamos los recuerdos.
A ustedes les entregamos estas palabras de amor, ellas -las palabras-­ han viajado por sobre los océanos aleteando como mariposas amarillas; han salido de la selva por lo que traen rumores de ríos y de pájaros. Estas palabras de amor son nuestras emociones que se hicieron verbo y son nuestro silencio para la multitud de vuestro esfuerzo.




Manuel Gómez Naranjo

Pozo de Rosas, 27 de septiembre/97.
lunes, 16 de enero de 2017

Occidente está hecho de líneas y cuadrados
y se ha trajeado de negros retazos monásticos
está hecho de espadas y de culpa.

Occidente podría ser un señor perfectamente limpio
de bastón y maletín de cuero... impecable.
Ocasionalmente se descubre la bragueta y levanta las palmas
para golpear los dedos ávidos.
Se publicita este elemento altruista y sacrificado por el amor
descorre los labios y le brotan los “no” como serpientes de alambre
secreta espinas para no herir... hiriendo
asesina el amor para salvarlo
tiembla y se consume en su propio fuego
pero cierra las piernas para evitar incendios indeseados.
Occidente tiene alas y una aureola luminosa
y habla del amor y la libertad.
Tiene cuernos y cola apocalíptica de espada
y habla groseramente de las mazmorras y del pecado.

Occidente es ahora una mujer melancólica y fugaz.
Esta mujer profunda y ética tiene las carnes duras
y huele a fresa cuando quiere
tiene calor de amante y se muere de sed.
Pero alguien inventó a Aristóteles y a Jesucristo
y a la razón pura
y al cogito ergo sum
y al círculo brutal de las frustraciones.
Y es así como la fresa se mustia y el calor se amaina
como una profecía de soledades advertidas.

En pleno centro de la tarde
esa mujer vestida con su pelo
huida de la calle
se estiró sobre mis secretos.
Esa mujer se pegó a mis manos
Y se bebió mi aire.
La quise colmar con las estrellas que me pueblan
Pero atisbó mi cola tenebrosa
Y se hizo volumen
se hizo manuscrito e imprenta
se tornó ángulo y le brotaron ecuaciones en la piel
se volvió cátedra y estrella de Belem.

En pleno centro de la tarde
una manzana roja se hinchaba de filosofía
crecía como un globo
mi vida de colores se va a obscurecer pisada de manzana.
¡Escapa debajo de la cama!
¡Salta hacia esa niebla de arena!
¡Piérdete en el azufre podrido de la calle!
¡Sálvate de ese mundo cuadrado
e invita a esa mujer a que se salve!
¡Entrégale una facultad nueva para volar!
¡Créale una informalidad entre rosado y gris!
y luego
invítale a fruir esas ambigüedades que cuelgan
del centro de la tarde.




Manuel Gómez Naranjo

El Cairo, 21 de septiembre/86.

Te voy a crear un sueño
bastoneado de alas temblorosas
generoso de almohadas y de espuma
un sueño que te cubra de la calle
y te ampare los latidos del corazón.

Te voy a crear un sueño
poderoso de nubes y amapolas
un sueño de algodón y horizonte
que te absuelva pecados y deseos
un sueño con la fecha precisa de cuando el sol
se maquilla para los amaneceres chinos.

Te voy a crear un sueño
palpitante de pájaros dorados
un sueño grande como el Amazonas
frondoso de misterios y vigilias
que te acerque suavemente a tu principio
cuando fuiste helecho y Tepuy
y mancha de tigre y grito de guerrero.

Te voy a crear un sueño
clandestino de pasos espinosos
un sueño llovido de presencias
florecido de asombros
como cuando se ve al mundo por el lado
de la hermosura.




Manuel Gómez Naranjo

Caracas, 21 de enero/87
domingo, 8 de enero de 2017


Estoy amando a una mujer hecha de pétalos dorados
esa mujer suele repartirse en polen amarillo
al margen de que sea sábado
y el pelo se le pinte de mar.
Yo amo a esa mujer
asumo entiendo que se volvió canción
y pasto de camello
pero estoy perdido entre sus labios.

Esa mujer es el principio de los tiempos
y se torna rotunda y se evapora
y se vuelve paloma si la rozo
está atrapada y no lo sabe
le crece el amor poderoso y apto
a esa mujer.

Esa mujer de pétalos dorados
se desborda en domingos y sonrisas
lleva siempre consigo un carnaval de fuego
y a cada quién en la mañana le propicia su sol particular.
Esa mujer se ha vuelto caracol
se perfila en el aire como una mariposa
es fresca
y la imagino suave y penumbrosa
a esa mujer de pétalos dorados.



Manuel Gómez Naranjo
Alejandría, 3 de septiembre/86.

  
sábado, 7 de enero de 2017


Afuera llueve probablemente por costumbre
hay silencio y reposo bajo los tejados dormidos,
no hay argumentos para pensarte
pero vienes con la lluvia convertida en espina
y en memoria
Persistes en la insólita presencia de las calles húmedas,
en la gente que corre para escapar de nada,
en el sonido roto de las ventanas blancas
que se torna salmodia
de fanáticos tristes,
en las hojas que nacen al sonido del viento,
en las ranas que saltan para alcanzar el cielo
y que se vuelven plumas, y paraguas abiertos,
y horizontes sin fondo.
Vienes con la lluvia
consumiendo mis ganas de volver
a tu olor,
de volver a tus gestos que tocan mis fantasmas.
Vienes
húmeda y fragante,
silueta y fragante,
sombra y destello.
Vienes en las alucinaciones sofocantes
de Barlovento,
en los goles de Figo –tan distante-,
vienes y no estás,
te estoy soñando y te invento a mi modo
con los brazos abiertos.... y
esperando.


Manuel

Noviembre/15/2000     

Esa mujer de rojo
parecía un sol desparramándose en el horizonte
prefigurando un Flamboyán
que estalla como una inmensa primavera
aninada en la plenitud de mis sentidos.

Esa mujer de rojo
resume los colores del arcoíris
y los olores rotundos del azafrán,
no tiene pactos con las sombras,
es una conjetura que emerge de la luz.

Esa mujer de rojo
es una provocación para los pájaros
que florece al compás de los latidos de mi corazón,
esa mujer palpita como un pez acorralado,
busca argumentos como una caricia ausente
de manos y de bocas.

Esa mujer de rojo
la imagino en penumbras y llovida,
húmeda
la imagino en silencio y susurrando,
lúdica
la imagino en otoño y respirando,
súbita
la imagino en mi cuerpo y abrevando,
lúbrica.

Manuel

Mayo, 13, 2011. 
viernes, 6 de enero de 2017



Tu boca es un naufragio de mínimos silencios
que escarpan soledades de mares olvidados,
ella sabe de sabores antiguos como la albahaca,
como el espliego y el azafrán.

Tu boca es un manojo de mariposas blancas
que ritman melodías que saben a lujuria,
es pulpa deliciosa derramada en la miel
dulce y densa como el pecado.

Tu boca es un recuerdo de memorias remotas
que bebió con usura los fatigados pliegues
de otras bocas furiosas y sedientas de besos
palpitantes y húmedas.

Tu boca es un diluvio de pulsiones frugales
que cabalgan llanuras llenas de amaneceres
donde habita el oficio de pastores de luces
lejanas como el horizonte.

Tu boca es un postigo de noches encendidas
que abrevan los deseos que vuelan como peces,
es tu boca el amparo donde busco el refugio
para los arrebatos que depara el futuro.


Manuel
Los Teques, 01 de marzo, 2011