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@Mangoz53

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Manuel Gómez Naranjo. Con tecnología de Blogger.
martes, 17 de enero de 2017


¿Cuántos en la vida han querido reír y no han tenido tiempo?. Han sido muchos los que persisten en la costumbre de estar tristes porque nacieron en un lugar equivocado, en un lugar del mundo que se ha empeñado en ser suburbio y olvido.
 El hombre y la mujer tienen el mandato divino de ser felices porque Dios les propuso el amor como argumento de vida; sin embargo, se extraviaron –hace siglos- camino al Paraíso y aún no se encuentran a sí mismos; andan buscándose frente al mar, en las palabras limpias, en los gestos eternos de estar en una cruz, en los autorretratos de Leonardo y Miguel Angel, en la costumbre de regalar una flor, en los silencios que anticipan una caricia; en fin, se afanan en inventarse de nuevo sin contradecir al Maestro que nos dejó dicho que había que amar al prójimo como a ti mismo, pero olvidó la formula expedita del autoamor.
Y los que acaban de nacer en medio del cemento: Pablo,  Rafael, Yuleisi (el nombre es una circunstancia, apenas), tienen alguna culpa de haber nacido pobres?. Ellos que heredaron el Paraíso Extraviado han querido reír y no han tenido tiempo, han querido reír y aprendieron a callar los sollozos, han querido reír pero una risa en plena lluvia y sin hogar es una extravagancia. 
Pero han pasado cosas en esta accidentada geografía de los humanos; han habido selvas que se han vuelto desiertos y desiertos que se han trasmutado en ciudades y ciudades que han sido sepultadas por la arena. Cuándo el filósofo árabe Averroes fatigaba las orillas del Guadalquivir en procura de una iluminación para traducir la Retórica de Aristóteles, empezó a tejerse la historia de los que decidieron salvarse a través de los gestos eternos de redención del prójimo.   
Ellos vienen de los marinos que se aventuraron al mar en busca de tesoros y se toparon con el trópico verde y azul que les quemó la piel y les dispuso para el amor y el invento. Cervantes fue el primer responsable de la existencia de estos seres por que se le ocurrió fabular que un viejo demente podía inventar el mundo a la medida de sus fantasías. Don Quijote ha peleado con molinos de viento, ha enderezado entuertos e inventó la belleza de la sin par Dulcinea del Toboso. Don Quijote no ha cejado en su afán de desfacer encantamentos  y se aparece en los sueños de estos seres con su lanza en ristre, desafiando al Caballero de la Blanca Luna que se ha empeñado siempre en derrotar los sueños de los que sueñan.

Estos seres vienen inventando la risa desde los tiempos en que los barcos se atestaban de aquellos negros que fueron arrancados de la vida para ser lanzados al pasto de la codicia; ellos vienen del Contrato Social que acunó Bolívar en su lecho de muerte; vienen del Siglo de las Luces cuando las mujeres y los hombres se comprometían con las ideas que decían defender, vienen de las palabras sagradas de El Mahatma Gandhi que abogó por la no violencia y la resistencia civil.
Estos seres fueron, en otro tiempo, los centauros que cruzaron ríos y llanuras creyendo que la  palabra Patria tenía el tamaño de un pedazo tierra; estuvieron atestando las cárceles con los ojos llenos de luz y libertad, fueron Reforma Agraria y Voto femenino, fueron tumulto y vocerío y palabra prohibida; estos seres han sido árbol para el que está cansado, voces para el que está en silencio, brazos para el que quiere amor y luz para el que está atrapado por la desesperanza.
Estas mujeres y estos hombres a los que entregamos esta noche la devoción de nuestro amor, han caminado las veredas humildes llenas de ojos tristes para espantar la soledad, han incendiado hogueras a plena luna llena para propiciar la plenitud de un beso, han multiplicado las palabras sabias para que entren en las rendijas más estrechas con una carga de optimismo. Ellos han encontrado el tiempo para los que quieren reír con una risa plena, aun, en medio de la lluvia, y tienen algo de fábula en los ojos y una cierta lanza en ristre y un rocín un poco flaco para andar los lugares de cuyo nombre guardamos los recuerdos.
A ustedes les entregamos estas palabras de amor, ellas -las palabras-­ han viajado por sobre los océanos aleteando como mariposas amarillas; han salido de la selva por lo que traen rumores de ríos y de pájaros. Estas palabras de amor son nuestras emociones que se hicieron verbo y son nuestro silencio para la multitud de vuestro esfuerzo.




Manuel Gómez Naranjo

Pozo de Rosas, 27 de septiembre/97.

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