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Manuel Gómez Naranjo. Con tecnología de Blogger.
Acerca de mí
viernes, 27 de enero de 2017
Gracias Cortazar...
Había –y si no fue así, debió existir- una Glúcida
que transitaba meandros cavernosos, debió ser además
roja
con pretensiones de naturaleza y de sol.
La Glúcida, enemiga absoluta y gratuita de lo humano,
se entretenía en afanes porosos con su lanza de
hidrógeno
que alguna vez será explosión y sangre
y luz azul y transparencias.
Esta Glúcida tenía también una historia tenebrosa
y oscura, en la que ella había cedido a ciertas
humedades
y a ciertas exigencias de un Lípido elegante y
volátil.
Se habló por ese entonces de redondeces y de llantos
infantiles, y luego de susurros y silencios; alguno
propuso
hogueras y nuevas inquisiciones, en fin....
La Glúcida viste de negro se la asocia al Caronte
de Miguel Angel
en su bogar diabólico hacia el fuego eterno. Se decía
que
cuando cierta mujer abría los ojos y soñaba (los ojos
de la
mujer eran la luna de la Glúcida) se oían en aquel
pequeño mundo
aullidos feroces y gritos helados.
Alguien dijo haber visto unos senos peludos, pero
erectos
y vibrátiles, que se escurrían bajo una alfombra de
pelo luminoso.
La Glúcida era prólogo de llantos, taumaturga de
penumbras,
alquimista de infelicidades; todo esto dicho, desde
luego, por
los oficiadores eternos de la palabra.
Manuel Gómez
Naranjo
Caracas, 12 de
enero/87.
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1 comentarios:
No suenan mis malditos audífonos conchetumareeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeee
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